Para la mayoría de las personas los días no empiezan hasta que no se toman un café. Es parte de nuestra rutina.
La cafeína es una sustancia natural presente no solo en los granos de café, sino también en el té, el cacao, las bebidas colas (gaseosas), chocolate, etc.
La cafeína es un estimulante del sistema nervioso central que al consumirla, pasa rápidamente a nuestro cerebro. Sus efectos se perciben a partir de los 30 minutos tras la ingesta y dura hasta seis horas, y se deben a la capacidad para bloquear los receptores de adenosina, que son las moléculas que inducen el sueño.
Hay personas más susceptibles que otras a los efectos de la cafeína o hay quienes son metabolizados lentos.
En el caso de que a una persona le guste el café y su sueño se vea alterado por el ello, lo que se recomienda es que la última taza la consuma al menos seis horas antes de acostarse.
La cafeína frena la sensación de somnolencia: Porque la cafeína puede bloquear los receptores de la adenosina y evitar la sensación de modorra para que nos mantengamos en alerta y despiertos como lo mencionamos arriba.
Aunque la cafeína puede ser útil para mantenernos despiertos existe también un efecto negativo: los estudios han demostrado que la tasa entre sueño profundo y sueño ligero se trastorna, no sólo nuestro sueño se acorta y es más intermitente sino que también es de una menor calidad. Además de dificultar el descanso
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