El sueño excesivamente breve incrementa el riesgo de padecer enfermedades coronarias o accidentes cerebrovasculares y de fallecer por ese motivo, ya que se ha vinculado con un aumento del riesgo y de la incidencia de hipertensión arterial, diabetes, calcificación de las arterias coronarias, obesidad y colesterol, todos ellos factores de riesgo cardiovascular.
Los cambios que suceden en los niveles de leptina y grelina en circulación (efecto que incrementaría el apetito y la ingesta calórica y reduciría el gasto energético, con el consiguiente riesgo de obesidad y de intolerancia a la glucosa), elevación de los niveles de cortisol, alteración de los niveles de hormona del crecimiento e inflamación generalizada de bajo grado, son alguno de los ejemplos de lo que pasa cuando no dormimos lo suficiente.
En conclusión, la duración del sueño, sobre todo si es inferior a la recomendada (6 a 8 horas diarias), está estrechamente relacionada con efectos sobre el aparato circulatorio por lo que constituyen un grupo de riesgo de morbilidad y mortalidad cardiovascular
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