Con el paso del tiempo existe un descenso en el tiempo total de sueño y su eficiencia. Los adultos mayores pierden la capacidad de tener un sueño continuado, lo que provoca que este se redistribuya a lo largo de las 24 horas del día y sean frecuentes las siestas diurnas.
Este cambio se debe a una modificación en el sueño no REM, con un descenso significativo y progresivo del sueño lento profundo, que se asocia un incremento en la cantidad de sueño lento superficial
El ritmo circadiano (nuestro reloj biológico) se adelanta y sienten sueño temprano. Duermen menos durante la noche, con un descanso interrumpido y realizan pequeñas siestas a lo largo del día.
Además del propio reloj biológico hay otros factores como los cambios en el estilo de vida que acompañan a la jubilación, la soledad o las enfermedades que incluyen enfermedad cardiovascular, enfermedad pulmonar, demencia, depresión, ansiedad e hipertrofia prostática que hace que se levanten a orinar por la noche y el dolor crónico que probablemente perturbe el sueño y provoque despertares nocturnos.
Algunos medicamentos como los diuréticos tambien aumentan el número de veces que se levantan estos pacientes a orinar.
El estar mal dormidos lleva a mayores caídas, accidentes domésticos y en la calle, cambios del estado de ánimo y confusión.
Por eso es importante prestarle atención a estos factores y orientarlos a tener una buena higiene del sueño.